LA VIDA OCEÁNICA, AMENAZADA
La acidificación del océano (por el aumento del dióxido de carbono, que reacciona con el agua para formar ácido carbónico) se ha calificado como "el otro problema del CO2". A medida que el agua se torna más ácida, los corales y animales tales como almejas y mejillones tienen dificultades para construir sus esqueletos y conchas. Pero las consecuencias son aún peores: la acidez puede interferir en funciones corporales básicas de todos los animales marinos, posean o no concha. Al alterar procesos tan fundamentales como el crecimiento y la reproducción, la acidificación del océano pone en peligro la salud de los animales e incluso la supervivencia de las especies. Debemos reaccionar a tiempo y mitigar la acidificación antes de que resulte dañada de forma irreparable la cadena trófica de la que dependen los océanos... y las personas.
La interacción del océano con el CO2 suaviza algunos de los efectos climáticos del gas. La concentración atmosférica de CO2 alcanza casi 390 partes por millón (ppm). Pero si los océanos no captaran hasta 30 millones de toneladas diarias del gas, ese valor sería aún mayor. Los mares del mundo han absorbido alrededor de un tercio de todo el CO2 liberado por las actividades humanas. Este «sumidero» reduce el calentamiento global, pero a costa de acidificar el mar. Robert H. Byrne, de la Universidad de Florida Meridional, ha demostrado que solo en los últimos 15 años, la acidez de los 100 metros superficiales del océano Pacífico que se extiende desde Hawái hasta Alaska ha aumentado un 6 por ciento. En todo el planeta, el pH promedio de la capa superficial del océano ha disminuido 0,12 unidades (ha llegado a un valor aproximado de 8,1) desde el inicio de la revolución industrial.
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