ANIMALES TRANSPARENTES
Salvo el bote en que me encuentro y el buque nodriza, cuya blancura se percibe en la distancia, sólo hay mar y cielo. Tomando una bocanada de aire con mi regulador de buceo, me sumerjo en un agua clara y límpida. La vista llega hasta los 100 metros de profundidad, por lo menos. Me acompañan en la inmersión otros tres biólogos. Mientras bajamos, el azul del agua se oscurece y adquiere un color cobalto medio que deriva hacia morado si nos hundimos más.
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